martes, 7 de agosto de 2012

Temerio

Agazapado en sí mismo, temeroso de salir. Así de angustiado transcurre sus últimos días Temerio.
Nunca tuvo tiempo para despreocuparse y la vida no pudo salirle jamás de dentro. No se lo permitió, no le enseñaron a ello.
Vivió 93 años, temiendo. La vida, el amor, la aventura...¡qué susto! 
Nunca hablaba de la muerte, jamás la interrogó, ni la besó, nunca se hizo amigo del suicidio; y temiendo el día de tener que hablar con ella, se perdío todas las respuestas.

jueves, 2 de agosto de 2012

El presente


Lo necesario era volver a la niñez. No para realizar un ejercicio de autoanálisis, ni para descubrir algún trauma o momento decisivo en la elaboración de mi identidad. Lo necesario era volver a ser niño. Desaprender el odio como un recurso, desmembrar la nostalgia, vivir en presente, dar el futuro por descontado, dejar de usar los pretéritos, sólo el presente, ni siquiera el subjuntivo: ninguna posibilidad, nada de creencias, ni opiniones, ni deseos, ni anhelos.
La espontaneidad, la risa y la confianza de un niño. El ansia por el descubrimiento, la eterna sorpresa, la incombustible esperanza, con la única certeza de no saber aún demasiado. Enamorado de la vida, a cada instante, en cada instante: pura vida.
Decidido a mantenerme en la incomodidad del presente, por falta de entrenamiento usaré primero el futuro simple, pasando progresivamente por el gerundio, más tarde voy a pensar en un futuro casi inmediato, y casi sin darme cuenta, ya soy...hablo...vivo: el presente.